miércoles, 20 de febrero de 2013

Cada semana un menor es asesinado en Norte de Santander


A finales de Enero, los cucuteños marcharon para rechazar la violencia contra los niños y, además, pedir cadena perpetua para los violadores.
El cronómetro sangriento de asesinatos de menores comenzó a correr en Cúcuta y su área metropolitana durante las primeras horas del 1 de enero de 2013, cuando fue baleado por desconocidos un joven de 16 años.
La extraña muerte del zapatero era, en ese momento, tan solo el arranque de una cabalgata violenta que ya suma siete homicidios, entre los que también se cuenta la violación y posterior crimen de la niña Eileen Yaritza Ortega Gélvez.
El primer hecho de sangre se registró en el parque de la urbanización Las Coralinas, al suroccidente de la ciudad, pero la oleada criminal ya ha extendido sus tentáculos por diferentes barrios de la capital nortesantandereana.
Fue así que el 2 de enero, en el barrio Carora, se escucharon disparos, los mismos que causaron la muerte de un adolescente de 16 años, quien había abandonado sus estudios de octavo grado a mediados de 2012. Este se constituyó en el segundo hecho sin respuestas y sin razones: porque “no tenía problemas con nadie, ni se metía con las personas”, comentó uno de los parientes del joven pidiendo reserva de su nombre.
Las autoridades judiciales también dieron su versión. “Son dos hechos aislados, que lamentamos por igual, pero que no guardan ninguna relación entre sí”, dijo en ese entonces el coronel Javier Francisco Mora Jiménez, comandante Operativo de la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc).
Lo llamó el ‘Paisa’
Sin revelarse públicamente adelantos de las primeras dos investigaciones, llegó el tercer crimen. El turno fue, el 5 de enero, para otro menor de 16 años.
Según sus familiares, se encontraba comiendo en su casa, ubicada en La Y de Astilleros (El Zulia), cuando recibió una extraña llamada a su teléfono celular.
“Le pregunté que para dónde iba y me dijo que lo había llamado ‘El Paisa’, que ya volvía. Dijo que iba hasta la vereda Casablanca a ver qué era lo que ese hombre quería y se regresaba, pero no volvió”, contó en esa ocasión uno de los familiares entre sollozos. Minutos más tarde fue hallado sin vida con tres impactos de bala: en la sien, el rostro y el cuello.
En esa ocasión, el coronel Óscar López, subcomandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta, no descartó que se pudiera tratar de un problema entre las bandas criminales que operan en el municipio arrocero, a unos 20 minutos de Cúcuta.
Aunque los mencionados asesinatos suscitaron preocupación y el rechazo silencioso por parte de los habitantes de los diferentes barrios e incluso de las autoridades, el crimen más atroz y repudiado fue el de Eileen Yaritza Ortega Gélvez.
La niña, de tan solo 5 años, cayó el 20 de enero en las manos de José Alberto Palacio Vélez, quien fríamente la violó y la mató.
El caso llevó a los cucuteños a marchar enérgicamente contra la violencia infantil y produjo que nuevas voces se sumaran en apoyo a la cadena perpetua contra los violadores.
Sin embargo, las extensas caminatas con certeros mensajes tatuados en pancartas y efusivas arengas no lograron frenar, de una vez y para siempre, el derramamiento de sangre de los menores de edad. Pasados 24 días, el 13 de febrero, volvió a aparecer el fantasma de la muerte.
En un parque de la calle 3 con avenida 11B del barrio San Martín, quedó tirado el cuerpo sin vida de un muchacho de 17 años.
Testigos dijeron que estaba en un sector oscuro del reconocido sitio, donde lo atacaron desconocidos. El joven alcanzó a esconderse detrás de un árbol y a correr algunos metros, hasta la entrada de una casa, pero finalmente fue asesinado.
El coronel Javier Francisco Mora Jiménez dijo ese día que sus hombres tenían información de inteligencia que iba a permitir identificar al asesino. El joven presentaba algunas anotaciones judiciales, agregó el oficial. 
La racha de homicidios llegó a su culmen el pasado viernes, 15 de febrero, cuando fueron baleados dos vecinos del barrio San Martín.
Los dos jóvenes de 17 años departían, con un grupo de amigos, en la esquina de la calle 22 con avenida 0 del barrio Ospina Pérez, a donde un hombre llegó para dispararles, elevando a siete la cifra de menores asesinados.
Según las estadísticas reveladas ayer por la Policía, el año pasado, a esta misma fecha, habían sido asesinados tres menores de edad, lo que deja entrever que en lo corrido de 2013 se registra un aumento del 133% en este tipo de hechos violentos.
Lo mataron en Ocaña
El octavo crimen se registró en los carnavales de Ocaña, la noche del 2 de enero. En un paraje solitario del barrio Juan XXIII fue hallado sin vida un joven de 16 años. El cuerpo presentaba varios impactos de bala.
Solo heridos
El 9 de enero, a las 11 de la noche, fueron baleados tres menores de edad, dos de 17 años y uno de 16. Todos resultaron heridos.
El ataque ocurrió cuando se encontraban afuera de una casa de la avenida 0 entre calles 10 y 11 del barrio Motilones. 
Hasta el lugar llegaron dos hombres, que se movilizaban en una motocicleta negra y, sin mediar palabra, abrieron fuego.

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