lunes, 13 de mayo de 2013

Infractores de tránsito pagaron penitencia


El patrullero, Jhon Beltrán Corredor, vestido con sotana, confesaba a los infractores y los hacía jurar y comprometerse para que no volvieran a violar el Código Nacional de Tránsito. (Foto Roberto Ospino/La Opinión)
Un patrullero se vistió de cura y puso a los infractores a jurar en un confesionario y poniendo la mano sobre el Régimen Jurídico de Tránsito Terrestre, no volver a cometer imprudencias a bordo de las motocicletas.
La actividad, pedagógica y educativa, tuvo como eje inculcar lo que se debe tener en cuenta al momento de conducir una motocicleta y otros vehículos.
Sobre la parte baja del parque Águeda Gallardo se instaló el puesto de control en donde los motorizados fueron requeridos por la Policía. 
Al comprobarse que estaban omitiendo alguna norma de tránsito eran llevados ante un patrullero, quien vestido con una sotana los invitaba a que se arrodillaran en un reclinatorio o confesionario.
Ahí les hacía ver la infracción. Después de los respectivos compromisos con la mano sobre el Código de Tránsito, pasaban a un pupitre en donde debían escribir o repetir 20 veces la falta cometida, un ejemplo de ello fue: “debo abrochar mi casco correctamente” o “tengo que tener puesto el cinturón de seguridad y no llevar niños en el puesto delantero”. 
Para finalizar el ejercicio se les ofrecía una charla sobre la importancia de estar al día con los documentos, el portar correctamente el casco protector, el chaleco y las condiciones técnico-mecánicas del automotor.
Así mismo, se les mostraron estadísticas de accidentalidad en Norte de Santander, como una estrategia para que reaccionen.
Los responsables de este proceso no obligaban a las personas a arrodillarse, sino que se les invitaba a manera de arrepentimiento y no se les fuera a aplicar multas.
El teniente Adrián Fernando Chacón, comandante del Grupo de Control y Seguridad Rural de Pamplona, aseguró que esta es una manera pedagógica de invitar a los infractores para que al momento de conducir cualquier tipo de automotor, tengan en cuenta todas las normas de tránsito y eviten sanciones monetarias.
“Esta campaña la hemos denominado el confesionario porque allí los infractores se arrepienten”, señaló.
Según el oficial se buscaba igualmente que los conductores vieran que la Policía de Tránsito no solamente sanciona con multas a los infractores, sino que con actividades pedagógicas para que las personas empiecen a cumplir las normas.
Para el ciudadano, Sergio Lizcano, este tipo de campañas son muy positivas porque además de dejarle una enseñanza de vida los hace pensar en la importancia de conducir ciñéndose a las leyes de tránsito.
También le gustó porque no le impusieron ninguna sanción económica al ser sorprendido conduciendo sin llevar puesto el cinturón de seguridad.
“Prefiero confesarme, jurar y hacer unas planas, que tener que pagar un comparendo”, afirmó con nerviosismo.
El patrullero Jhon Freddy Beltrán Corredor, quien con una sotana blanca hizo la representación de un cura para darle más dinámica a la jornada, tuvo que confesar, juramentar e imponer penitencia a más de 50 infractores.
Dijo que pasaron por el reclinatorio, motorizados y conductores de vehículos particulares y privados que no estaban acatando algunas de las disposiciones del Código Nacional de Tránsito.
Para que esto no vuelva a pasar, recomendó que hay que portar el casco de seguridad correctamente y no llevar más cupo del establecido.
El número de la placa debe ir impreso en el casco y llevar puesto el chaleco reflectivo en horas de la noche.
Para los conductores de vehículos en general, ir con el cinturón de seguridad puesto y también los pasajeros; no transportar niños menores de 10 años en el puesto delantero.
Además, recordó que está prohibido conducir en estado de embriaguez y que el carro debe estar en óptimas condiciones mecánicas.
Roberto Ospino T.

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