lunes, 23 de septiembre de 2013

Don Heriberto Mora, el hombre más viejo en Pamplona


Es considerado el hombre más viejo de Pamplona. Con 107 años vividos entre sufrimientos y trabajo, bajo el cuidado de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, Heriberto Mora Larrota, se mueve como pez en el agua.
Es como un niño consentido. Todo mundo tiene que ver con él. Es un ser que por su longevidad, pareciera que volvió a la etapa de la niñez. 
Eso se nota cuando sonríe o levanta los ojos para ver quien le habla, también en la suavidez de su manos, esas que ofrece para despedir a sus admiradores.
No todo el mundo llega a esa edad. Se puede decir que lo que la naturaleza no le dio en estatura, se lo está facilitando en ese siglo y siete años de vida que tiene. 
Eso se deduce cuando se refiere a sus quehaceres que alteran con oraciones cuando todos los días asiste a la misa de las 5 de la tarde.
Según la cédula de ciudadanía expedida en 1957, Heriberto nació en Toledo el 29 de junio de 1906. Mide 1 metro con 22 centímetros.
Mora Larrota dice no acordarse de ellos, solo atinó a decir que su madre como que se llamaba Teresa.
“Soy huérfano de papá y mamá. Todos los familiares se acabaron. Quedé solito en la vida”, dijo al momento en que aseguró que tiene amigos y amigas.
Así mismo, precisó que es muy querido por la gente. Repitió que en la vida aguantó muchas necesidades. Cuando niño estaba estudiando y los profesores les regalaban ropa. 
Las hermanas lo recibieron y viven felcies con él. Compensa el buen trato que le dan con ayudas en la cocina. Pela papa, barre, seca la loza y cuando hay alguna celebración baila con mucho ánimo y es el centro de atracción.
Dice que hace oficios para estar útil y no enfermarse.
De este personaje que nació en el siglo pasado y que seguramente quedan pocos, es mejor apreciarlo porque con su baja estatura, bondad y cuidado, seguramente durará otros años más.
Heriberto ingresó a esa institución en enero de 2000, cuando tenía 96 años y quizás fue desechado por las personas que durante parte de su juventud y madurez lo utilizaron como ayudante en oficios varios, desde panadería hasta lavaplatos en restaurantes.
De acuerdo con Sor Carmen Álvarez Toloza, directora del Hogar San José, la gente lo quiere mucho. 
Lo calificó como un ser tranquilo, lleno de paz y muy servicial.
“Él, es para nosotros una joya por los años que tiene y todavía es muy servicial”, sostuvo.
Dijo que solo le da gripa y que por las tardes bebe leche con kola granulada, lo que le sirve para la cabeza. 
A diario departe con sus compañeros del asilo San José, en donde tiene un sitial bien ganado.
Cortesía Roberto Ospino T

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