jueves, 28 de noviembre de 2013

Hogar de paso para perros callejeros en Pamplona



La Bebé, Chanda, Irene, Carolina, Tom, Dulcinea, la Niña, Gina y el Míster, son algunos de los 28 sabuesos de diferentes razas, recogidos de las calles de la ciudad y que ahora son los inquilinos del hogar de paso que empezó a funcionar en una finca del sector La Lejía.
La mayoría fueron esterilizados, desparasitados, pasaron por el peluquero y mejoraron la nutrición.
La tenencia de los animales en este sitio rodeado de árboles, empezó hace tres semanas y están bajo el cuidado y la alimentación de Georgina Sosa Reyes.
Hamilton Morales Torres, ingeniero de sistemas de la Universidad de Pamplona y miembro de la fundación Mi Mejor Amigo, sostuvo que desde hace cuatro meses empezaron a trabajar con la Alcaldía para darle solución al problema por la abundancia de perros callejeros. El censo es de 1.100 caninos en abandono. 
La presidenta de la Fundación, María Eugenia Arenas, manifestó que la mejor manera de controlar la población de perros abandonados es a través de la esterilización.
Además, “hay que garantizarles un ambiente adecuado para que después puedan ser entregados en adopción o devueltos a las comunidades a las que pertenecían anteriormente”.
“Mientras el hogar cuente con presupuesto, se podrá garantizar el cuidado y la estabilidad de los animalitos. Ellos no son culpables de ser tirados a las calles por sus amos”, manifestó Sosa Reyes.
En la actualidad colaboran en la manutención de los caninos los miembros de la Fundación Mi Mejor Amigo y un profesor universitario que defiende a los animales.
Es por eso que esperan la vinculación de la empresa privada, organismos de salud, ambientalistas y demás organismos del municipio.
“Cada vez que nosotros vemos un animal que está en condiciones críticas, lo atendemos y recuperamos en todos los sentidos”, sostuvo.
Para evitar que el hogar se llene de sabuesos y dadas las limitaciones económicas que tienen, solo albergarán los que requieran atención urgente. 
Allí, en una ambiente tranquilo, lleno de árboles y a veces bajo una espesa neblina, hay un hogar cálido que recibe a los perros abandonados de Pamplona. 
Roberto Ospino T

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