domingo, 3 de febrero de 2013

Ejército pidió perdón por masacre en La Gabarra



En el polideportivo de La Gabarra se llevó a cabo el acto en el que el Ejército pidió perdon por la masacre en La Gabarra por parte de grupos paramilitares.
En acto público en el polideportivo de La Gabarra, la Nación y el Ejército pidieron ayer disculpas a los familiares de las personas masacradas por paramilitares, el 21 de agosto de 1999 en el área urbana de esa población, en una de las primeras espantosas incursiones de los paramilitares comandados por Carlos Castaño y Salvatore Mancuso en la región del Catatumbo. 
La ceremonia se hizo en cumplimiento de una sentencia emanada el 12 de diciembre de 2011 por el Juzgado Quinto Administrativo de Descongestión del Circuito Judicial de Cúcuta. 
“En representación del Ministerio de Defensa y del Ejército Nacional pido excusas, de la manera mas respetuosa a los familiares de las víctimas de la masacre del 21 de agosto de 1999. 
“Lamentamos profundamente los hechos ocurridos en aquella época en el corregimiento de La Gabarra, en la que una estructura de violentos, sin Dios ni ley, realizo la masacre más temeraria contra una comunidad indefensa, desconociendo las más elementales normas y principios de los derechos humanos”, dijo públicamente el brigadier general Marcolino Tamayo Tamayo, comandante de la Fuerza de Tarea Vulcano. 
Sus palabras estaban dirigidas a los familiares de Alfonso Cacua Garcés, Eulogio García Ruíz, Miguel Grimaldo Ortiz, Cesar Arturo Quintero Suarez, Evelio de Jesús Quintero Suarez, José Guillermo Serrato Hernández, Juan José Molina Barrera, Humberto Becerra y Humberto Quintero Santander, quienes fueron masacrados en la vereda Caño Lapa, en el kilómetro 42 de la carretera La Cuatro – La Gabarra. . 
“Realizar este acto es sin duda una de las acciones mas poderosas de las relaciones interpersonales, ya que tiene la facultad de sanar humillaciones, liberar la mente de sentimientos de culpa, eliminar el deseo de venganza y tiene la potencialidad de reparar relaciones dañadas”, agregó el oficial. 
Invitó a la comunidad a vencer las dificultades en memoria de las víctimas de la violencia, a participar y aprovechar las nuevas oportunidades de vida y desarrollo para construir nuevas páginas de progreso en la región. 
Terminada la intervención se rindió homenaje a las victimas con un minuto de silencio y se repartieron unas cartillas relacionadas con los Derechos Humanos. 
Con base a otras disposiciones de la sentencia se dio a conocer que el personal asignado a la base militar de La Gabarra está preparando charlas y material didáctico sobre Derechos Humanos que dará a conocer en los barrios y establecimientos educativos de la población. Igualmente, dejará en lugares visibles, unos pendones con el contenido de la sentencia para que la comunidad tenga conocimiento de la misma. 
En la ceremonia estuvieron presentes el comandante de la Brigada Nº 30, coronel Rodolfo Ibarra; el comandante de la Brigada Móvil Nº 30, Adolfo León Hernández; el comandante de Policía de Norte de Santander; coronel Eliecer Camacho Sánchez; la secretaria de gobierno de Norte de Santander, Nohora Oliveros; el procurador regional Nelson Uriel Flórez Alarcón; la contralora departamental, Claudia Patricia Rodríguez Ayala; el alcalde de Tibú, Gustavo León Becerra y el personero municipal, Manuel Eduardo Jaime Olivares.
“Fue un acto demencial”
El 23 de agosto de 1999, La Opinión publicó un completo informe sobre la masacre de La Gabarra por la cual pidió perdón ayer el Ejército Nacional. Algunos apartes de ese informe:
A La Gabarra, Campo Dos y Petrólea los inva-dió, como una peste, la propia muerte. Más de 30 personas fueron ase­sinadas el fin de semana.
El rumor de una masacre a la altura del kilómetro 42 en la vereda Caño Lapa, sobre la vía que de La Cuatro conduce a La Gabarra, empe­zó a rondar en la población tibuyana el pasado sábado, pero sólo se confir­mó hasta ayer, en horas de la tarde, cuando familiares de las víctimas llegaron a la Cruz Roja Colombiana buscando ayuda para recoger a sus muertos.
Humberto Becerra, José Eulogio García, Nelson Ascanio, Joa­quín Emilio Castilla, José del Car­men Peñaranda, José Manuel Villegas y cuatro N.N., yacían, desde el vier­nes en la tarde, tirados sobre la polvo­rienta carretera con sus rostros des­trozados por el impacto de las balas.
Los diez campesinos fueron masacrados por varios hombres ves­tidos con ropa camuflada y armados hasta los dientes. Se identificaron como miembros de las Autodefensas Unidas de Colombia.
Escenas de horror
Como de costumbre, esa tarde los labriegos finalizaron sus tareas del campo y se reunieron en la tienda de Caño Lapa a refrescar las sedientas gargantas.
A las 5:00 de la tarde una ca­mioneta, que trasportaba a varios hombres de tez morena que vestían prendas de uso privativo del ejército y armamento, circuló rápidamente por el sector. Segundos más tarde los mismos sujetos llegaron a pie hasta el establecimiento público y en medio de insultos pidieron se identificara el propietario del lugar.
Humberto Becerra, un hombre de 55 años de edad, era el dueño y residente de la humilde caseta de la zona y el primero en caer bajo la Incursión en La Gabarra
Conmocionado se mostró ayer el país ante el anuncio de la ma­sacre en La Gabarra por grupos de las Auc.
Entre las víctimas figuran José Joaquín Lozano, Lisvel Grimaldo Ortiz, José Molina, Evelio Quintero Suárez, Arturo Quintero Suárez, José Guillermo Serrano, Gabriel Ángel Ortiz Rodríguez, Alfonso Rojas Rozo, Eugenio Marín Bedoya, Orlando Morales Rodríguez, Alfon­so Mejía Bonilla, Víctor Julio Muñoz, Pedro Cadena Peñaloza, Lefer Vargas Alvis, Alfonso Cacua Garcés y cuatro N.N.
En los sangrientos hechos también resultaron heridos Sonia Montejo Álvarez, Pedro Herrera Trigos, Juan Elí Mosquera, Jairo Cáceres Silva, Daniel Antonio Bayona, Alicia María Guerrero, Mariela Buitrago y un menor de 9 años de edad.
“Ellos (los paramilitares de las Auc) querían saber dónde es­taba la guerrilla pero nosotros no sa­bemos nada. Esa gente que mataron era buena y trabajadora, eran labrie­gos”, gritaban desconsolados los pa­rientes.
Los cuerpos sin vida de las diez víctimas cayeron uno sobre otro re­gando con sangre esta tierra marcada por la “coca” y la violencia.
El establecimiento fue saquea­do e incinerado.
La vía de la muerte
En un laboratorio de sacrificio humano se ha convertido la vía que conecta a Cúcuta con Tibú. Sobre la carretera aún se encontraban ayer indi­cios de la masacre ocurrida la noche del sábado cuando siete personas más fueron acribilladas entre el trayecto de Petrólea y Campo Dos.
opinión

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