jueves, 11 de abril de 2013

Misterio en Durania por histeria y “posesiones”

Luego del episodio de los desmayos masivos durante  la comunión, en las misas no se ve la asistencia del público joven.

La misa del lunes en la noche en el templo San José de Durania tuvo más feligreses de lo normal. Estaba repleto. “Ya se iba a terminar la comunión cuando se oyó la histeria. De una vez cayeron y se armó el alboroto, se generó el caos”, cuenta Rafael Blanco, habitante del municipio.
La escena es la misma que se viene presentando en Durania desde principio de año cuando situaciones que científicamente hablan de una histeria, mientras que otros advierten situaciones del mas allá.
Se han presentado situaciones de niñas entre 14 y 16 años que se desmayan y convulsionan, de un momento a otro, sin razón física o mental, aparente.
“En la misa fueron como seis al mismo tiempo las muchachas que perdieron el conocimiento. Se desmayan y convulsionan. Se salen de sí mismas”, relata el eventual feligrés que estaba presente en la eucaristía.
Pero ahora hay un ingrediente extra para este fenómeno que sacude al territorio duranense y cuya implicación preocupa a los habitantes. 
Sucede que anteriormente los desmayos se reducían al espacio del colegio José María Córdoba, pero ahora ocurre por fuera del plantel. Las jóvenes resultan afectadas en sus casas o en otros lugares, cuando están separadas unas de otras.
Al siguiente día, durante una izada de bandera en la institución educativa, el episodio se repitió; como fichas de dominó cayeron más jóvenes, las caídas y los movimientos involuntarios en el piso.
Los padres decidieron acudir y llevarse a sus hijas. Temían que esta extraña epidemia del fenómeno al que nadie parece dar explicación concreta, contagiara a sus hijos.
Pocas almas estudiando
Hoy, el panorama en la establecimiento educativo es desolador. 
En los salones se nota la ausencia de la mayoría de estudiantes. 
De las aulas se esfumó la mayoría de chicas. 
Los reporteros de La Opinión detectaron altos niveles de ausentismo. Como máximo se vieron en las que se cuentan máximo 10 estudiantes, ante la negativa de los padres de familia de enviarlos mientras no se solucione el misterio.
Según el sacerdote de la parroquia, José Alberto Villamizar Maldonado, “en esa eucaristía, las niñas tuvieron algunos desmayos en el momento de la comunión”.
Como si se tratara de infectados por algún mal de alto nivel de contagio, las desmayadas fueron alejadas las unas de otras.
Se trato de una especie de aislamiento o de cuarentena, para evitar lo que el encargado de la parroquia intenta denominar como histeria colectiva.
“Es importante que a las niñas las tratemos como enfermas, como pacientes de una patología psicológica, más no como niñas poseídas o endemoniadas”, argumentó el padre Alberto Villamizar. 
Al alegar que padecen del denominado “trastorno disociativo”, quiso dejar en claro que tomaba distancia de alguna afirmación referente a brujería o ataques demoniacos.
A pesar de servir a la iglesia, el sacerdote intenta explicar los acontecimientos con hechos científicos, pero con argumentos que no convencen a sus feligreses: “Se da en adolescentes, sobre todo en niñas debido al proceso menstrual, al proceso físico de ellas y también debido al pánico”.
Pese a que las palabras salen del hombre de la sotana, la zozobra entre los habitantes del pueblo se mantiene. Pero muchos insisten en que no se trata de un problema psicológico, sino de posesión demoniaca.
El credo y los desmayos
En la misa del miércoles en la mañana, ofrecida para la recuperación de las afectadas y para pedir que llueva, no se veían jóvenes. Las primeras cinco bancas estaban ocupadas por adultos
A solo unas cuadras de allí, en una casa esquinera, suena música a alto volumen. 
Adentro, al fondo, cerca al patio, hay una colchoneta en el piso. Cerca a ella hay varios metros de cuerda y sobre la mesa hay dos botellas. Una contiene agua y la otra está llena de aceite. Ambos elementos están bendecidos.
En la colchoneta reposa *Ángela. Se le ve demacrada. La razón de que esté en esa condición es porque acababa de sufrir un desmayo junto con convulsiones.
Alrededor hay varios familiares, la mayoría hombres. Llegaron para ayudar a sostenerla cuando le dan estos “ataques”. Tan solo el martes en la mañana la escena se repitió cuatro veces.
“Esto no es histeria colectiva”, relata la madre de Ángela, quien también cuenta que comienzan rezando un rosario, pero en el momento en el que llegan al Credo, la joven se desmaya y comienza a moverse con una fuerza fuera de lo normal.
Sus primos cuentan que incluso entre varios se les hace difícil contenerla cuando empieza a sufrir los movimientos extraños. “Si uno le reza el Credo o le echa agua bendita, le escupe”, comentan, desconociendo el porqué de la reacción.
Ángela dice no sentir nada. Ella cae en un sueño profundo y cuando vuelve en sí, no recuerda nada de lo que todos dicen que ocurrió.
Hasta el momento, las autoridades médicas solo han podido atender a las afectadas con oxígeno para lograr que vuelvan en sí. 
Mientras tanto, el colegio José María Córdoba parece quedar vacío, con un rector que dejó su cargo luego de que comenzara el fenómeno y no ha vuelto a aparecer, lo mismo que estudiantes que se niegan a ir por miedo a caer desmayados.
Los exorcismos
Algunos padres de las víctimas de estos “desmayos” recurrieron al recurso espiritual, y ya que no les basta con las cadenas de oración sugeridas por su sacerdote, fueron a buscar el apoyo del cura Pedro Alejandrino Botello, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Torcoroma, en Cúcuta.
En su despacho siempre hay gente esperándolo. Es necesario solicitar una cita para que atienda.
Con una túnica blanca y la estola morada como prenda de autoridad, se atavía para atender sus compromisos, entre ellos, los exorcismos.
Con voz grave y profunda salida desde detrás de sus barbas, asegura que “si nosotros admitimos que hay una presencia maligna y vemos que por la oración, por la invocación de Dios, se van calmando y se van mejorando, entonces podemos decir que la situación obedece a que hay algo que se hizo para causarle mal a la gente”.
Alrededor hay varios libros, varios con títulos en italiano o latín. Entre ellos está “El último exorcista”, del padre Gabriele Amorth, exorcista de la diócesis de Roma, uno de los autores que cita para referirse al asunto.
Respecto a los casos de las jóvenes de Durania, anota: “En muchos casos lo estamos comprobando y la gran mayoría de personas se mejoran por completo, hay casos en los cuales se puede demorar más. El padre Amorth, que es el exorcista de Roma, dice que hay ocasiones en que a la persona hay que exorcizarla varias veces, algunas durante meses y a veces años”.
Su hipótesis la tiene clara. “Hay varias que ya se han mejorado, pero están apareciendo otras. Eso nos da a suponer que sí hay algo que está perjudicando, algún trabajo que hicieron para causar mal en Durania”.
Luego de someter a exorcismo a varias jóvenes del municipio, el padre Botello relata: “Normalmente reaccionan horrible. Cuando yo comienzo a orar, pierden por completo la conciencia y no saben lo que dicen, a veces dan unos aullidos terribles”.
Ante las oraciones “se desesperan, hablan pero se ve que no son conscientes de lo que están diciendo. La gente lo ve como si otra persona estuviera hablando en ella. Eso es lo que uno entiende, que hay otro ser, otra entidad que está hablando en las personas”.
Antecedentes
En la segunda semana de marzo de este año, los padres de familia del Colegio José María Córdoba, de Durania, convocaron a reunión urgente junto con las autoridades del municipio (Alcaldía, iglesia, Policía y hospital), para buscar una solución al fenómeno que se venía presentando desde unas semanas antes.
Al menos 10 veces se presentaron casos de jóvenes de los últimos grados se desmayaban y convulsionaban sin explicación alguna.
En el encuentro, los papás expresaron su preocupación y deseo de que las jóvenes afectadas fueran atendidas por el padre Pedro Alejandrino Botello, para practicarles exorcismos.
Al parecer, los desmayos y convulsiones ocurrían luego de que las alumnas de últimos grados de bachillerato, entraban al baño.
Las demás autoridades se mostraron renuentes, e intentaron explicar al público que todo obedecía a un caso de histeria colectiva. Entonces, las afectadas eran enviadas al hospital y tratadas con oxígeno.
El arzobispo de la arquidiócesis de Pamplona, monseñor Luis Madrid Merlano, autorizó para que el padre Pedro Botello pudiera hacer el ritual.

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